Miguel Vivancos y yo |
Cuando se jubiló Miguel y yo ya vivía en El Campello, cambié de ambulatorio y de médico. Desde entonces tengo a Sara Carrascosa, una gran persona, cariñosa y amable y una gran profesional. Luego aprendí que eso es lo normal y que lo excepcional es ver algún mal médico o enfermera. De todos he recibido las mejores atenciones clínicas y personales.
Por alguna razón que no recuerdo, me hicieron un análisis y Sara observó que nunca me habían mirado el PSA y lo incluyó. Salió bastante alto y así me enteré de que era eso. Hay que examinar la próstata, por si acaso, dijeron. Este fue el principio de la segunda parte de mi vida.
El Dr Pacheco, después de una exploración que no deseo detallar, me hizo una biopsia por el mismo acceso, (poco grato para un hetero), pero ya tenía decidido afrontarlo todo con buen humor y eso hice. Incluso cuando el resultado fue el esperado, la palabreja, cáncer de próstata. Vale, y ahora que hacemos?. Me plantearon elegir entre cirugía o radioterapia (o te rajamos o te freímos, todavía no se planteó el envenenamiento, eso quedaba para mas tarde. Dentro de que ninguna opción me atraía lo mas mínimo, preferí la tostadora que perder la integridad física y me pasaron a radioterapia. Casualidades de la vida, al mismo tiempo y de la misma manera, le diagnosticaron lo mismo a mi amigo Miguel y fuimos juntos a radioterapia.
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