martes, 22 de marzo de 2016

No news, good news

No news, good news 

Es una expresión usual inglesa, entre los angloparlantes y entre los que apenas tenemos una ligera idea, quizás porque no necesita traducción. En muchas circunstancias la mejor noticia es la carencia de las mismas, por ejemplo en prensa, en política, en problemas familiares o enfermedades.

En la anterior entrada comentaba lo previsible hasta la monotonía de las revisiones periódicas y como dice el título, en estos casos es mejor la falta de noticias. En efecto, la última revisión ha traído noticias, más bien tirando a malas. Los tumorales se han disparado de 1573 a 3679 y de 142 a 580. Los parámetros que avisan de tener bajas defensas o algo de anemia, o se mantienen o suben algo. No es bueno pero tampoco preocupante en exceso. También sube la fosfatasa que previene de alguna afección hepática.

Algo más preocupante es lo del TAC. De los dos tumores medianos, uno sube ligeramente hasta 5 cm y el otro bastante más, hasta 7 cm. Los tumores pequeños que habían permanecido bastante quietos, también han crecido ligeramente. Todo esto ha puesto en marcha las alarmas por lo que se ha activado la opción de la radiofrecuencia. Lo que pasa es que opinan ahora que en vez de radiofrecuencia pinchada sobre el tumor, puede ser más efectivo inyectar directamente un fármaco de los de la quimio. Habría que hospitalizarme un  par de días en el Genera. Sin problema. Por otra fuente he sabido que hoy se ponen de acuerdo los del General con Andrea para ultimar el tema y llamarme a revisión. Parece que la intervención no interrumpiría el tratamiento de quimioterapia que lo seguiría aunque me ingresaran.

Como siempre la única buena noticia es la ausencia de noticias. Me refiero a que no hay noticia alguna fuera del hígado, por lo que al menos de momento me estoy librando de otras metástasis en otros sitios. Eso parece, espero y deseo fervientemente. 

Esa es otra, el aumento de TAC y análisis, han propiciado también una revisión de la quimioterapia hospitalaria, ahora me han puesto Mitomicina C, (un tipo de estreptomicina de la que puedes ver  más información pinchando este enlace), más agresivo y eficaz al parecer que lo que me ponían hasta ahora. Parece que no distingue entre células cancerosas y sanas por lo que se carga a bastantes de éstas. Daños colaterales se llama. Se dirige especialmente a las células que más se dividen por lo que ataca a los glóbulos blancos, y rojos, o sea me baja las defensas, al cabello (al que lo tenga, a mí me han hecho una depilación integral). Sólo me quedan algunos pelos en las cejas, de momento. Por otra parte pueden salir llagas en la boca y unas cuantas molestias más. De momento no estoy sufriendo ninguna de ellas, al menos no las noto, y toquemos madera.

Como digo la mitomicina se dirige a las células que más se dividen que suelen ser las cancerosas, y les inhiben la replicación de ADN y ARN por lo que no se pueden reproducir y mueren y además incita la apoptosis,  o sea suicidio celular. Parece que en su circulación por la  sangre eliminan bastantes de las células malas que por allí circulan, eso espero y deseo porque el riesgo de que aparezcan cosas en otros sitios, me preocupa bastante.

En casa sigo de momento tomando la Xeloda aunque estudia Andrea su sustitución por otro medicamento que cree más eficaz y que ya ha solicitado, pero que le tienen que autorizar, ya veremos. No sé todavía de que nuevo medicamento se trata. Tampoco sé si al final me lo aplicarán o no. Cuando lo decidan ya me enteraré de cómo funciona y de sus efectos positivos y negativos.

De  momento hay que ver si las aplicaciones directas sobre cada tumor, sea con radiofrecuencia o con un fármaco antitumor, se me pueden aplicar. Si no fuera así, buscaríamos otro medio de frenar la progresión de los tumores. Está muy bien aceptar con serenidad las consecuencias del cáncer, pero combatiéndolo siempre en la medida de lo posible. Pero eso sí, sin perder la paz que es uno de las mejores medicinas de que puedo disponer.

Esa medicina me la administran de maravilla mi mujer e hijas, con la ayuda de maridos y nietas. De la misma forma con que velan para que no tenga el menor contagio que pueda producirme una infección, lo hacen también para evitarme contagios tóxicos de quienes intentan socavar esa paz con sus actitudes e ideas negativas. El amor cura, el rencor enferma.





domingo, 13 de marzo de 2016

Paciencia y confianza

Son dos armas imprescindibles en la lucha diaria frente a un enemigo solapado que no se rinde. Paciencia porque puede resultar monótona la repetición de una sesión tras otra y de consecuencias molestas y confianza porque no te permite hacer muchos planes saber en que condiciones te encontrarás mañana. Tienes por un lado incertidumbre y por otro menos monotonía aburrida de conocer de antemano las reacciones de tu cuerpo. Una lata.

Ya sabes que el miércoles que te toca tienes a las 8 de la mañana análisis de sangre. luego de desayunar, a esperar que te vea la médico, sabiendo casi fijo lo que te va a decir  y a esperar otra vez tu turno para que te inyecten la quimio, una hora de espera, como poco y tres de tratamiento. Una lata y que dure muchos años.

Después de esto, ya sabes también, durante catorce dias, aparte de tu tratamiento habitual por tus achaques, tres Xeloda después del desayuno y otros tres después de la cena. Otra semana de descanso y nuevo miércoles y a repetir el mismo ciclo. A partir del tercer día empiezan los efectos por los que no me encuentro bien, ni mal, sino todo lo contrario.

Durante esas dos semanas, pueden pasar muchas cosas, no todas negativas. Puede que te encuentras en aceptable condición física o bien muy cansado. Puedes tener diarrea o estreñimiento, tener buen apetito o que no te apetezca nada. Las defensas, mas o menos, bajan siempre, por lo que te puede atacar alguna infección oportunista que se aprovecha de ello y te sube algo la fiebre, por lo que empiezas a tomas antibióticos durante una semana. Esto alivia la infección, pero no las defensas ni el funcionamiento normal del tracto intestinal, por lo que te toca visitar mas a menudo al Sr Roca. Nada importante salvo el hecho de no poder prever lo que podrás hacer mañana y lo que no.

Me pongo el termómetro a menudo en estos días, que no suele subir de 37º, todo lo mas llega a 37,4º. Entonces tomo paracetamol y en caso de continuar por encima de 37 me dan antibióticos durante una semana. Como prevención para evitar que esa infeccción que no se nunca de que clase es y a que afecta, vaya a más. Ni siquiera se con seguridad si tengo infección o sólo baja de defensas, pero que es una precaución necesaria.

A todo esto, virgencita, que me quede como estoy, pero no deja de ser una lata. Entre otras cosas, mientras estoy así no me muevo de casa, nada de paseos, cuidado con el frío y claro, el vino no olerlo. Bebo poco, pero media copita en la comida me acompaña mucho cuando la puedo tomar y mas aún teniendo provisión de merinos. A veces me mojo los labios con el vino y me resulta muy grato el saborcito.

domingo, 17 de enero de 2016

Y ahora ¿que hacemos?

Nuevos tratamientos


Una de las pegas de la quimio es que me disminuye las defensas por cuya causa proliferan las infecciones oportunistas. Cuando esto sucede, el tratamiento con antibióticos me obliga a dejar temporalmente la quimio.

Consecuencia, los dos tumores hepáticos siguen creciendo, poco a poco pero sin pausa. Los otros seis parecen paralizados, aunque la resonancia que me van a hacer pronto lo confirmará y me dará un diagnóstico mas preciso sobre los distintos tumores.

Lo que parece claro es que si siguen aumentando tenemos que tratarlos de alguna forma para que se frenen de verdad o si es posible se eliminen.

Puede ser la recesión, si solo están esos dos en activo, tiene sus riesgos pero es lo mas efectivo para la eliminación, que no sería definitiva pero si con un pronóstico mejor, que de todas maneras habría que tratar con quimio y revisar a menudo.

Otro sería el tratamiento con ultrasonidos de la entrada anterior, si se consigue acertar con el haz ultrasónico en el tumor sin dañar el hígado.

Por otra parte está el tratamiento por radiofrecuencia, con dos modalidades, una de las cuales se aplica en el Hospital General y la otra en Valencia. Ambas se aplican con una sonda que se pincha directamente sobre el tumor.

Tienen todas ellas posibles efectos secundarios, desde hepatitis a infecciones locales pero lo que está claro es que esos efectos secundarios son posibles mientras que el efecto de no hacer un tratamiento mas agresivo es seguro, inapelable y mortal.

De todas formas habrá que estar al tanto de nuevos y mas eficaces tratamientos de quimio

Esperaremos a la resonancia y a conocer mas detalles de los tratamientos de radiofrecuencia y ultrasonidos y decidir tan pronto sea posible.

Mientras llega ese momento de plantear estrategias, me encuentro de nuevo con un enemigo muy peligroso que está creciendo dentro de casa, al que tengo que hacer frente y como siempre, la estrategias son muy parecidas a las que se empleaban en combate hace siglos.

La primera es combatir, es lo que pide el cuerpo, pero con el enemigo escondido y agazapado entre tus fuerzas propias, corres mas peligro de dañarte a ti que al enemigo. No es momento. Una vez descartada esta, las alternativas son, pegarle fuego (radioterapia), cercarles por hambre (medicamentos que les privan de nutrientes o proteinas) envenenarles las aguas (quimioterapia) a los que se suman otras algo mas diferentes como la radiofrecuencia, los ultrasonidos, las terapias génicas, la nanotecnología con bombas terapéuticas muy pequeñas que se trasladan al tumor por via venosa para desde allí destruirlo y que no se si está suficientemente avanazada. Y otras muchas que supongo que se estarán investigando.

Parece que, afortunadamente para mí, es un campo en el que los laboratorios ven negocio
para sus inversiones lo que da esperanzas de avances rápidos. ¿Lo suficiente?

No se si se están investigando, espero que si, pero las terapias que mas me gustarían serían, unos medicamentos que identificaran a las células malignas y las indujeran a la apoptosis (el suicidio celular de células dañadas), que ya ensayaron con éxito los romanos en Sagunto) o el desenmascararlas, quitarles el disfraz, para que nuestro sistema inmunitario las pueda reconocer y destruirlas. Aunque han crecido están en minoría frente a nuestras defensas. El día que nuestro sistema inmunitario aprenda eso, se acabó el cáncer.