Cosas que ayudan
Los problemas físicos o
materiales, la enfermedad, las molestias incluso las dolorosas, no están
reñidos con la paz interior y la felicidad. Yo lo he experimentado. He llegado
a estar muy mal, estaba asustado y dolorido pero no desgraciado. Reflexionaba y
me sentía afortunado del amor que recibía, de la forma en que compartían
conmigo esos momentos. Pensaba que soy un tío afortunado, he tenido una vida
feliz y esto lo superaré pronto.
Y eso, ¿Cómo se consigue?
Procura estar en paz contigo mismo. Cuando estés bien debes aprender a valorar lo bueno que tienes, que es mucho.
No te mientas porque eso es negativo y disfruta de los pequeños placeres.
Aprende a perdonarte. No
eres perfecto, acéptalo, pero tienes muchas cosas buenas y cuando te equivocas
reconócelo y saca consecuencias positivas.
Valora a las personas que te
quieren, que tampoco son perfectas, pero como ya has aprendido a perdonar tus
propios fallos, también perdonarás con facilidad los de los demás. Procura
evitar los rencores, auténtico veneno del espíritu. Si alguien te hace una
faena gorda, saca consecuencias positivas de la misma y toma enseñanza. Pero
nunca rencor ni menos aún odio. Este sentimiento no perjudica al que te la ha jugado
sino a ti mismo pues además del daño soportado, te roba la paz. Está en tu mano
evitarlo.
A todo el mundo le pasan
cosas negativas, también a ti. Piensa cuando te pase, que después de la noche
viene el día y después de la tempestad la calma, piensa en los momentos
felices, que vendrán después de los malos. Elige un momento del día para hacer
ese tipo de reflexión, bien al acostarte o al despertar, sobre los pequeños
momentos felices, sobre las personas que quieres y te quieren. En el primer
caso dormirás mejor y en el segundo te levantarás con más ánimo. Si acostumbras
a practicar estas reflexiones te será más fácil afrontar los momentos amargos.
A lo largo del día piensa
que este día, esta hora, este minuto, son irrepetibles y no vuelven. Saboréalos,
mira a tu alrededor y aprecia la felicidad de las pequeñas cosas.
En el libro de Job, este
llamaba desesperadamente a Dios. Llegó una fuerte tormenta con rayos y truenos,
pero allí no estaba Dios. Luego llegó un terremoto que sacudió la tierra, pero
en medio del estruendo tampoco estaba Dios. A continuación llegó una brisa muy
suave y silenciosa y allí lo encontró.
Con la felicidad pasa algo parecido, la
puedes encontrar según tus gustos y tu estado de ánimo en la sonrisa de un niño
o de una persona amada, en la naturaleza, viendo el amanecer o el crepúsculo o
el mar o la lluvia mansa o bien con una música, una pintura o un libro, según
tus gustos. Cuando tu hijo o tu nieto te dice que te quiere mucho y te da un
beso. ¿Necesitas más?
Reflexiones
para mejorar el ánimo y la paz interior:
Cuídate,
toma alimentación sana y variada, realiza algún ejercicio moderado y ríe cuanto
puedas.
Cuida
a tus amigos, reúnete a menudo y comparte los buenos momentos.
No
dejes pasar un día sin hacer ver a los que quieres cuanto les quieres.
Fomenta
tus ilusiones, de cosas a realizar, viajes o lo que te apetezca, plantéate
metas.
Practica
tus aficiones, sea jardinería, deporte, lectura, música, lo que sea.
Busca
nuevas aficiones y practica las que más te satisfagan.
Aprende
algo nuevo, haz que trabajen tus neuronas y memoria.
Juega
con tus hijos, nietos y amigos, juegos de mesa, de los clásicos o de los nuevos
y en especial los que impliquen atención, memoria y diversión. Logras mejorar
tu relación, tu alegría, tu cerebro y tu paz. ¡Juega y disfruta!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario